martes, 23 de marzo de 2010

¿Y QUÉ HAGO YO AHORA?

¿Cómo se supone que debo actuar ahora que sé nuevas cosas? ¿Se supone que debo empezar a olvidar, a sabiendas que no lo conseguiré? La línea es cada vez más difusa, más imprecisa. ¿Cuál es la verdad de todo esto? ¿A quién debo creer? ¿Debo seguir sonriendo cuando me apetece llorar o tengo que dejarme de tanto teatro y ser yo misma?
Ni siquiera sé qué hago escribiendo esto, para qué me molesto en malgastar fuerzas cuando no creo que vayas a leer mi blog. Creo que me aferro demasiado a los proverbios de sabio en paro, a los refranes de domingo por la tarde. ¿O es lunes? Tampoco importa eso ahora. Todos los días son iguales para mí. No veo la diferencia entre un jueves y un sábado, o entre un domingo y un martes. El tiempo pasa inexorable. Las agujas corren maliciosas, malditas, como poseídas por la costumbre de avanzar sin excepción.
¡Cómo me gustaría parar el tiempo en ocasiones, tanto como otras me gustaría que pasara sin darme cuenta! Soy incorformista por naturaleza, soy un algo que no para de pensar y que no saca nada en claro. Soy el resultado de decenas de libros, de centenares de canciones, de millones de palabras que un día escuché y otro me pareció escuchar, pero que nunca olvidé.
Camino sin mirar atrás, pero sin correr hacia delante. A veces me quedo estancada, pero no importa. Las agujas seguirán corriendo.

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