martes, 23 de marzo de 2010

CARTA AL PRÍNCIPE AZUL

…Y la bella durmiente se cansó de esperar aquel beso que la trajera de nuevo a la vida. Con la melena alborotada y restregándose los ojos acudió al baño, se lavó la cara y encendió el iPod. Algo parpadeaba en la habitación. De repente, una especie de temblor, como un zumbido. Miró hacía debajo de la ventana y supo de qué se trataba. Sus pasos imprecisos y sus ojos entreabiertos no le impidieron darse cuenta de que tenía un nuevo mensaje en el Tuenti.
Cada día, cada mañana, me despierto con la sensación de ser esa bella durmiente sumida en tan profundo letargo. Sonrío y pienso que quizá ése puede ser el primer día del comienzo, el principio de una nueva vida. Pero entonces, cuando doy nuevas expectativas y quizá trazo tímidas líneas de sentido a mi átona vida, sólo entonces, cuando un nuevo despertar se abre frente a mí…me doy cuenta de que aún sigo dormida.
Vivo esperando ese beso, ese suspiro que me devuelva a la vida. No aprecio el día el día, no disfruto esos pequeños detalles. Vivo soñando con el gran regalo, con la felicidad plena, con ese Todo que todo lo cubre. Debo aprender a sonreír con las pequeñas tonterías, con las simplezas, con las risas inocentes e ingenuas.
Si tuviera que definir mi vida en dos o tres palabras, lo haría así: VOLAR…Y CAER. Es ese bucle absurdo el que me alimenta día a día, el que me da de comer de sus propias manos, que no son sino las de una quimera, una ilusión. Quizá en mi mundo todos sean símbolos, tal vez no exista esa relación de semejanza entre el significante de tus ojos y el referente de mi ilusión. Vuelco palabras vacías en un largo vaso, en un vaso que parece no rebosar nunca. Mis emociones y sentimientos, quizá no tan paralelos, parecen conducirme por caminos que aún hoy, precisamente hoy, ignoro.
¿Existe realmente esa persona perfecta, ese momento perfecto y ese lugar perfecto? Tal vez. Tal vez todas esas coyunturas en cadena no estén sino conduciéndome hasta mi destino. Pero…¿cuál es mi destino? ¿Estoy realmente segura de por dónde quiero avanzar? Quizá un día firmara un contrato en el que me negara a llegar a mi final, al tiempo que aceptaba caminar sin rumbo fijo, sin destino, sin meta… como lo estoy haciendo ahora.
Todo esto es demasiado arriesgado. Demasiadas palabras que hablan de ti sin tú saberlo. Quién sabe dónde estarás. Quién sabe qué estarás haciendo. Sólo sé que no estás pensando en mí, que tus pensamientos navegan por unos derroteros demasiado diferentes a los míos, por unos caminos que ni siquiera acierto a atisbar.
¿Otro país? ¿Otra ciudad? No, escasas decenas de metros nos separan. Decenas de metros, que por desgracia, bien parecen billones… Quiero salir corriendo y acudir a ti, quiero saber dónde estás, dónde puedo encontrarte, saber que nada cambiará. Demasiadas variaciones en mi vida, o tal vez todo esté igual y tan sólo cambie yo.
No negaré que a veces el camino no se haga pesado, que a veces mis fuerzas flaqueen, que a veces me sienta tentada por abandonar esta lucha con el pañuelo blanco. Tú ganas. ¿Es esto lo que querías? No, pero no te daré el gusto de verlo, príncipe azul desteñido.

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