martes, 23 de marzo de 2010

REFLEXIÓN POST-HISTÓRICA

Puedo verte en cada rincón de mi mente. Estás presente en cada melodía, en cada silencio, en cada nota de esa canción que nunca compuse. Cada día tengo más miedo de perder esta batalla, no porque gane el oponente, sino por abandonar por decísión propia. ¿Qué pasará si cuando te des cuenta sea demasiado tarde y yo ya no esté? Tengo paciencia, pero supongo que algo limitada. Por otro lado pienso: ¿y si pasan los años y esto sigue igual? ¿Me habré vuelto entonces completamente loca? También temo perder esta ilusión de la que día a día me alimento. ¿Qué vive cuando fallece la esperanza, cuando marchita la meta en la vida? El otoño de esta historia a veces se aproxima, a veces me enseña pícaramente sus hojas secas como tentándome, como mostrándome otra alternativas, quizá mejores, quizá peores, pero distintas. Pero la rendición aún está lejos, al menos lo está tanto como cerca está la victoria, como cerca el objetivo.
Ya casi no apareces en mis sueños, debo haberme acostumbrado a tu ausencia, a tu aparente pero no real lejanía, a tu risa saliendo de mi oído y entrando por mi mente para nunca más salir. Qué hastío de vacías y huecas palabras, qué soledad de tardes frías y húmedas tras el cristal de una ventana que parece no dejar pasar la poca luz que ya me queda.
Cerrar ventanas, encajar puertas.
Vivir soñando un futuro mejor.
¿Es esto vida?

No hay comentarios:

Publicar un comentario