lunes, 10 de enero de 2011

ME VOLVIÓ LA VOZ

Lo malo no es sentirse solo, lo malo es sentirlo más cuando estás rodeado de gente. Lo malo no es venir aquí y que no me salga una maldita palabra, lo malo es que tampoco fuera de aquí, en el mundo real: llevo demasiado tiempo en silencio, esperando que lleguen las palabras adecuadas, esperando despertar y sentirme autosuficiente, sentirme yo, y no sentir todas y cada una de las facetas que te puedo mostrar. Nada de lo que aquí pueda expresar lo vas a entender, pues tú no entiendes nada de lo que digo, ni siquiera cuando te lo digo frente a frente. Somos tan iguales que no nos comprendemos, que no podemos traducirnos, que las palabras se nos escapan mientras vemos como se marchan. Como desconocidos.

He sido tan torpe. Si pudiera volver atrás, sin duda me desdiría de todo lo que he podido decir en este tiempo, y digo "tiempo", porque no soy capaz de señalar qué periodo exacto ha pasado desde que todo empezó; cambiaría todos mis actos, mostrando lo que es, sin máscaras, sin variaciones, sin tratar de demostrar lo que no era. Llevo mucho engañándote, y aún hoy lo sigo haciendo. Esto no es como tú crees que es, ni siquiera como yo lo creo. Aunque pienses que es obvio, que hasta alguien como tú podría darse cuenta, la realidad es bien diferente.

No me conoces, ni nunca te has molestado en hacerlo. Tampoco te pierdes nada. Pero las palabras llegan de demasiadas bocas, y todas creen estar seguras de algo de lo que ni yo misma estoy. ¿Por qué le gustará tanto a la gente hablar? ¿Por qué damos por hecho que lo que los demás aseguran es cierto, si en ninguno de los casos ha sido cierto?

Estamos tan lejos que no nos vimos ni venir. Pero tan cerca, que es entonces cuando el miedo y la pereza son lo único que nos controla, lo único que nos fuerzan a movernos, o mejor dicho a no movernos. Se puede creer que nos pasa algo que no nos pasa realmente, y estar tan seguros de ello que así lo hagamos ver. Se puede engañar a los demás, sin mala intención, sin así quererlo, partiendo del engaño a nosotros mismos.

Sin embargo, era tan bonito pensar que por una vez había encontrado un motivo por el que luchar, que por una vez tenía una meta, que ahora, en medio del camino, ahora al saber que no me movía nada real, el dolor se acentúa y los pinchazos aumentan. No creas todo lo que te puedan decir, pues la respuesta solo puedo darla yo: ni cercanos, ni lejanos, ni lo que escribo, ni siquiera mis actos. Era todo tan simple, tan inocente, tan trivial...Sí, exactamente buscábamos lo mismo, solo que yo lo escondía tras un grueso manto de sufrimiento, de paranoias, de dolor; de gilipolleces, al fin y al cabo. Es curioso que después de toda la lata que he dado, después de tanto madurar la puñetera idea, de darle tantas vueltas, de ensuciarla y manosearla, al final, todo se haya quedado en el más estúpido de los deseos, en el más simple, en el más desnudo. Simple y llanamente lo que tú querías.

Cuando no tengas nada que decir, es mejor que te calles. Cuando no haya un guión, no es aconsejable pasar a la acción. Pero ahora yo sé exactamente lo que busco. Estamos tan lejos que mientras más cerca estamos, más crecen las dudas y el maldito miedo a cambiar la situación actual de las cosas. Duda solo cuando no tengas nada a lo que aferrarte, y no cuando buscador y objeto de búsqueda se hallen al mismo nivel.

Sé que probablemente no entenderás esto, que una vez que tus ojos hayan masticado la última de mis letras, seguirás pensando exactamente lo que siempre has pensado. Nada cambiará, pues no eres capaz de ver mis avances, ni mis cambios, ni los pasos. Pero recuerda, al final, cuando te preguntes si sentarte a dudar fue la mejor opción, cuando te pares a pensar qué puñetas estás haciendo aquí, leyendo esto, olvidándosete a medida que lo lees, descubrirás que todo era más simple y más sencillo de lo que creías.

Posdata: a veces, cuando estás situado al principio del camino, y ya lo ves perdido; cuando quieres gritar pero no puedes más que susurrar; cuando te gustaría hablar, pero solo ves la DUDA, que no hace más que ocuparlo todo; cuando no te queda fe en nada ni en nadie, y vas despojándote de tus convicciones; cuando te ves solo, perdido, incapaz de encontrar tus pasos; cuando descubres que has vivido equivocado mucho tiempo, y que todo era más fácil de lo que pensabas; piensa que en cualquier parte del mundo, quizá más cerca de lo que crees, alguien estará sintiendo exactamente lo mismo que tú. A ver quién encuentra a quién.




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